Pueblos Remotos

View Original

Abrazos que marcan un antes y un después

Artículo escrito por Elsa Rodríguez (cofundadora de Pueblos Remotos y responsable de proyectos)

Hace poco más de un mes, poníamos fin a la edición de Pueblos Remotos Fuencaliente 2022, entre muchos abrazos, risas y lágrimas. Lágrimas de alegría por todo lo vivido y de tristeza porque tocaba despedirse después de 21 días muy intensos, donde me atrevería a decir que todos crecimos, tanto personal, como profesionalmente. Aprendimos los unos de los otros y surgieron amistades que esperemos, duren para toda la vida. Una vez más, la magia de la Ruralidad Conectada estuvo presente, y quizás, más presente que nunca. 

Desde entonces, con Covid mediante nada más volver a casa, y un sin fin de cosas pendientes, he podido, por fin, encontrar algunos momentos para reflexionar sobre lo que pudo ayudar a que esta edición fuera tan especial. Para mí, algunas de las claves fueron las siguientes:

1. El entorno: Fuencaliente, con alrededor de 1.750 habitantes, es el pueblo más pequeño en el que hemos trabajado hasta ahora y eso se nota, porque de una forma u otra, los vecinos sabían quiénes éramos; los “Remotos”, nos llamaban. Esa cercanía y amabilidad que sentíamos por parte de la comunidad local, se unía a un entorno con unos paisajes espectaculares: el verde de las viñas, la lava de los malpaíses, atardeceres infinitos, el sonido del mar, el silencio del barrio de Los Quemados y la energía del Roque Teneguía. Daba igual hacia dónde mirásemos, siempre nos quedábamos con la boca abierta. Todos esos momentos capturados por nuestras retinas los llevaremos en la memoria para siempre.

2. Los actores locales: esta vez decidimos tener menos emprendedores (solo 4) y creo que eso ayudó a que se implicasen mucho más. Todos compartían los mismos valores y una pasión infinita por lo que hacen. Esa pasión la transmitían con cada gesto y con cada sonrisa; y un corazón enorme que no les cabe en el pecho. Además, ya se conocían de antes, pero nunca habían colaborado a este nivel, por lo que Pueblos Remotos les unió muchísimo y repercutió en la buena energía que se respiraba. Estuvimos, literalmente, en las casas de varios de ellos y todos nos acogieron con los brazos abiertos, por eso ¡No podíamos parar de darles abrazos a cada segundo de puro agradecimiento que sentíamos!

3. Los teletrabajadores: un grupo de personas maravillosas que a pesar de ser muy diferentes entre sí, y con perfiles muy variados, se llevaron todos fenomenal y eso se notaba en el buen rollo que había entre todos. Un acierto fue, sin duda, la distribución en las distintas casas y sobre todo aquéllos que compartían habitación desarrollaron muy buenas amistades. Todos se ofrecían siempre y la buena actitud ayudó a que el grupo se uniera cada vez más, hasta el punto de acabar todos con lágrimas en los ojos el día de la sesión de feedback y en el acto de despedida. Fue mucho lo compartido y a un nivel bastante profundo. Después de 21 días de convivencia, la superficialidad queda a un lado y acabamos siendo nosotros mismos, con nuestros defectos y nuestras virtudes.

4. Las dos acciones de voluntariado fueron para mí las que de verdad marcaron la diferencia con respecto a las ediciones anteriores:

  • La limpieza de la playa de Los Lázaros significó apoyar la lucha de Gustavo, uno de los actores locales, quien precisamente se dedica a convertir los residuos en arte. Es simplemente admirable lo que hace y la creatividad que tiene, igual que lo fue la puesta en escena para poder realizar la limpieza en una zona muy poco accesible. Allí pudimos trabajar codo con codo con los vecinos de Fuencaliente y ayudarles a recuperar un espacio natural que estaba lleno de todo tipo de residuos, arrastrados hasta allí por las corrientes marinas de la parte este de la isla. Ver a Gustavo emocionado por lo que habíamos conseguido entre todos, fue probablemente lo mejor de ese día. 

  • La limpieza de ceniza en el barrio de Las Manchas fue para mí uno de los momentos más especiales de toda la experiencia. La erupción del volcán de Cumbre Vieja fue la principal razón que nos llevó a mover cielo y tierra para poder llevar Pueblos Remotos a La Palma. Desde el primer minuto teníamos claro que nuestro objetivo era colaborar con los afectados de alguna forma. Encontramos a la Asociación Tierra Bonita, formada por personas súper implicadas y que incluso habían perdido sus casas. Ellas nos propusieron ir como cuadrilla de limpieza a ayudar a los vecinos del barrio de Las Manchas, uno de los más afectados por el volcán.

No lo dudamos ni un momento y ese día me emocioné muchísimo, no sólo por cómo se esforzó todo el grupo en trabajar en equipo para ser lo más efectivos posible (¡Llenamos 6 escombreras de ceniza!), sino porque volví al mismo lugar donde había estado en Noviembre de 2021, en plena erupción del volcán. Mi hermana y yo fuimos las primeras voluntarias que fueron con la asociación de vecinos del barrio de Las Manchas, y ahí estaba yo de vuelta a ese mismo paraje, aún lleno de ceniza y a un barrio aún sin vida después de tantos meses. Se me ponían los pelos de punta cada vez que Jenny, la presidenta de la Asociación, nos contaba todo lo que seguía pasando y cómo los vecinos seguían sufriendo. Nosotros solo pudimos poner nuestro granito de arena, pero esperamos que sirva para dar visibilidad a un problema grave que sigue vigente y que necesita soluciones urgentemente. Reencontrarme con Jenny y ver que sigue luchando con la misma energía y positividad infinita, fue lo que más me hizo feliz de ese día.

A la tercera va la vencida 

Dicen que a la tercera va la vencida. No sé hasta qué punto eso es verdad, lo que sí sé es que la tercera edición de Pueblos Remotos en Fuencaliente (La Palma) ha marcado un antes y un después en nuestras vidas, y por ende, en nuestro proyecto. 

A nivel profesional me llevo mucho; sobre todo mucha motivación para seguir con Pueblos Remotos, que está alineado con mi propósito. Obviamente la experiencia y el aprendizaje de las ediciones pasadas nos ayudaron a mejorar y a co-diseñar un programa más consolidado, y así poder llevar la organización y la logística con un poco más de soltura. La parte que normalmente disfruto más, es el tiempo que pasamos con los actores locales, entendiendo sus necesidades y co-creando las actividades. Aunque esta vez fui capaz de disfrutar también “el durante” de la experiencia y de convertirme en varias ocasiones en una más de las participantes, cosa que me cuesta muchísimo conseguir (¡Aquéllos que me conocen bien saben por qué lo digo!)

A nivel personal, me quedo con todas y cada una de las personas a las que tuve el placer de conocer y con las que pude interactuar durante esas tres semanas. Desde Mila, una señora encantadora de la Asociación de Artesanos Artesol, quien nos dijo una verdad como un puño: ¨La vida hay que disfrutarla¨, después de haber vivido en primera persona la erupción de los últimos tres volcanes de La Palma. Hasta Cristóbal, el padre de Diego (nuestro líder local), que sigue pescando a pulmón, bajando a casi 18 metros de profundidad. Él me hizo vivir uno de los momentos que más disfruté: comer viejas fritas recién pescadas a la orilla del mar.

Los teletrabajadores me aportaron mucho: escuchar sus diferentes perspectivas de la vida, cada uno de su padre y de su madre, pero siempre con una sonrisa y dispuestos a contribuir en todo lo que podían. Con unos conecté más que con otros, eso es normal en cualquier grupo; me sentí reflejada en varios de ellos y mantuve conversaciones de temas que comparto con muy poca gente. Creo que el proceso de selección que hacemos es bastante exhaustivo y que al final, la base de todo es la energía que desprenden las personas: lo que se siente en esa primera entrevista es determinante para nosotros a la hora de extender la invitación a unirse a las experiencias que organizamos. 

Cada uno de los actores locales y sus negocios fueron pura inspiración. Ya hemos mencionado multitud de veces que el común denominador es la pasión que transmiten por lo que hacen. Me podría pasar horas oyéndoles hablar sobre sus vinos, su arte, las recetas de sus dulces y un sin fin de anécdotas sobre Fuencaliente. Si tuviera que elegir a la persona que más me inspiró durante esta experiencia, me quedo, sin dudarlo, con Juan José Santos. No sólo porque es una persona entrañable, admirable, muy trabajadora y súper humilde. Si no porque estar con él y escucharle contar su época de fotógrafo, de escritor, del cultivo de los olivos y la producción de aceite, de cómo recuperaron música y bailes tradicionales y fundaron La Asociación Cultural y Folclórica “Echentive”, e incluso verle tejer en directo en un telar del siglo XVII, ¡No se paga ni con todo el oro del mundo! 

Además, pasar tiempo con él era como estar cerca de mi abuelo, al que echo mucho de menos, a pesar de que nos dejó hace más de 20 años. Él era un empresario también. Procedía de Vallehermoso, un pueblito del norte de la isla de La Gomera, y luchó contra viento y marea reinventándose varias veces para sacar adelante a su familia. Ojalá Juan José y mi abuelo se hubieran conocido, porque estoy segura de que hubieran sido grandes amigos.

Un camino que se consolida 

Estas han sido mis reflexiones sobre esta tercera aventura. Son muchas las dudas que tenemos acerca de what’s next? 

Por un lado, nos preguntan si repetiremos en los pueblos donde ya hemos tenido una primera edición. La verdad es que nos da miedo, o más bien respeto, volver a repetir. Sabemos a ciencia cierta que no será lo mismo, y el listón está cada vez más alto. Sin embargo, también somos conscientes de que cada edición es un mundo y que todo dependerá de las personas que conformen el grupo, de su energía y de las ganas con las que vengan. Así que lo más seguro es que pronto tengamos nuevas fechas para el año que viene, tanto para Icod, como para Antigua y Fuencaliente. 

Por otro lado, ya saben que nosotros no paramos y a pesar de que seguimos digiriendo todo lo ocurrido en Fuencaliente, ya estamos metidos de lleno en la siguiente aventura, llamada “The Break”: un programa de emprendimiento para mujeres europeas que ya hemos anunciado en las redes. En nuestro caso, hemos sido seleccionados como una de las 12 organizaciones que recibirán a las emprendedoras. Lo haremos desde Agaete, Gran Canaria. 

Estamos muy contentos porque seguimos con nuestra ruta por las Islas Canarias. Este proyecto tendrá lugar en los meses de octubre y noviembre de este año. Será completamente en inglés y supone una gran oportunidad para seguir creciendo, aprendiendo y sobre todo para apoyar y fomentar el emprendimiento femenino. 

En paralelo, seguimos dinamizando la parte de Pueblos Remotos para empresas. Empresas que quieran irse de team retreat con los miembros de sus equipos y vivir una experiencia diferente en un entorno rural. Y hay muchas otras ideas también en el tintero a las que esperamos poder darles vida a medida que avanzamos. 

Lo primero, y más importante, es que intentaremos recargar fuerzas este verano desconectando unos días, para coger carrerilla ya que nos esperan bastantes curvas de aquí a final de año y porque queremos seguir luchando para que la Ruralidad Conectada tenga mucho camino por recorrer y muchos abrazos por repartir.