Artículo escrito por Malole Rodríguez, gerente del Hotel Rural Era de la Corte ubicado en Antigua, Fuerteventura.
Hace unos meses, en agosto de 2021, recibí una llamada de Noelia Suárez, directora de proyectos de la marca Fuerteventura Biosfera, Calidad Rural y Ecoturismo. Me explicó que se habían puesto en contacto con ella desde una iniciativa que se llamaba Pueblos Remotos y que pretendían hacer un proyecto en Fuerteventura que a ella le parecía precioso: Antigua Remoto.
Al principio, mi cabeza no daba para aguantar tanta información. Solo oía «teletrabajo», «varias semanas», «proyectos locales», «pío, pío, pío» … hasta que mi cerebro se convirtió en un encefalograma plano, totalmente incapaz de asimilar la información (es lo que nos pasa a las dispersas).
Acepté casi a ciegas, por un lado, porque confío totalmente en ella y, por otro, porque las pocas palabras que había podido entender del proyecto me llamaban la atención. Bueno, debo aclarar que también acepté porque no tenía muchas ganas de pensar (es lo que nos pasa a las gandulas).
Formamos parte del diseño de la experiencia desde el principio
Hoy, unos meses después de esa llamada, sé que aquella fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Justo antes de empezar, con más información y con la idea más elaborada, ya sabíamos que iba a ser un gran proyecto. Lo que no sabíamos es que se convertiría en una de las experiencias más enriquecedoras para David y para mí, para la casa, para el municipio y, sin exagerar, para la isla de Fuerteventura.
Noelia nos comentó que una de las razones por las que nuestra casa era idónea para el proyecto era por lo cercanos, entretenidos y divertidos que somos David y yo. Necesitaban a alguien que conectara bien con los teletrabajadores y que pudiera enseñarles diariamente la esencia de la gente de esta tierra. Nosotros nos comprometimos a hacer lo que solemos hacer: ser nosotros mismos.
Y, así, comenzamos a conocer todos los detalles de esta aventura y quiénes la componían.
Primero, conocimos al lado logístico del proyecto, compuesto por Elsa, la directora y alma y vida de cada segundo de esa idea; su socio y cerebro de la parte de estrategia digital, Carlos; la ingeniosa y currante Rocío y el siempre diplomático y atento Yeray. Juntos, y guiados por el patrón que les dibujaban Elsa y Carlos, enhebraban los hilos que componían el mapa de 3 semanas de colaboración, convivencia, ruralidad, conexión y, por supuesto, algo de diversión.
Seguidamente, conocimos a los que iban a estar en nuestro lado del proyecto: los conocidos como «actores locales». Un grupo de 6 proyectos locales, entre los que nos incluían a nosotros, que iban a recibir en sus instalaciones a los teletrabajadores para que pudieran participar de las actividades relacionadas con su sector comercial y que, además, recibirían asesoramiento por parte de los teletrabajadores para mejorar aquellos rincones de sus estrategias y productos que fallaran en algo. De esta manera, conocimos a gente tan maravillosa como los amigos del refugio de animales rescatados The Animal Academy, a la asociación de artesanos de Fuerteventura y a la Casa del Queso Cabrera Pérez, pero, además, tuvimos oportunidad de reencontrarnos y compartir buenos momentos con los compañeros de Vidaloe Fuerteventura, de la finca de permacultura Verdeaurora y de nuestra querida Flor, que ponía la otra mitad del campamento base con su Casa del Molino.
Los teletrabajadores, los verdaderos protagonistas de esta historia
Pero toda esta maquinaria no podía ponerse en marcha sin el combustible que avivara la chispa: los teletrabajadores.
Confieso que al principio, David y yo temíamos que fuera a tocarnos algún grupo de pijos venidos a más, que hicieran la experiencia un infierno. No teníamos muy claro qué esperar, aunque nos habían comentado que los participantes pasarían una entrevista personal para determinar su idoneidad para el proyecto.
¡Bendita entrevista!
Jana, Lucía, Luis, Raúl, Alejandro, Gonzalo, Javi y Jose llenaron nuestra casa, y la Casa del Molino, de mucho amor, humor, comidas ricas, té azul, momentos serios de trabajo y reuniones en línea, cotilleos y la verdadera sensación de estar en familia.
El proyecto incluía una actividad que los actores locales preparaban en sus instalaciones para que los teletrabajadores pudieran aprender más sobre la rutina de cada uno de ellos. En nuestro caso, y debido a que vivían en nuestra casa y aprendían cada día un poco más sobre cómo funcionamos, Flor y nosotros decidimos preparar dos actividades especiales separadas en dos noches diferentes.
Por un lado, Flor y su marido les organizaron una bonita noche de astronomía en la que nos invitaron a unas tapas y nos explicaron, desde las ruinas de un molino en las cercanías de la casa, las maravillas que se esconden detrás de las estrellas y constelaciones.
Por otro lado, David y yo, desde la otra parte del «campamento», les preparamos un auténtico potaje de berros y les invitamos a cenar todos juntos, en familia, con una mesa tan grande como la que nos preparaba mi madre a mis 8 hermanos y a mí.
David y yo llevamos regentando este lugar desde 2017, siendo la segunda generación de este hotel rural. En estos años, hemos hecho amigos entre nuestros huéspedes y algunos vuelven una y otra vez para estar con nosotros y poder desconectar. Sin embargo, en todos estos años nunca habíamos conectado tan profundamente con un grupo tan grande de personas tan diferentes que, no solo venían a descubrir la Fuerteventura más auténtica, sino que, además, participaban ayudándonos con nuestras debilidades. En nuestro caso, nos acompañaron en el proceso de mejorar nuestra página web. Se implicaron desde el primer minuto y no han parado de darnos consejo y apoyo en todo el camino. Hace unos días lanzamos la nueva imagen de la web y hasta entonces ellos siguieron solucionando dudas, dando su opinión y viviendo este proyecto como si realmente fuera parte de ellos (aunque yo considero que realmente lo es).
¿Recuerdas que te decía que nos habían elegido para el proyecto porque David y yo somos cercanos, entretenidos y divertidos? No seríamos nada de eso si no fuera por la facilidad con la que los componentes de este proyecto creaban conexión:
Conectaban unos con otros.
Conectaban ellos con nosotros.
Conectaban con nuestra ruralidad.