Artículo escrito por Gonzalo Fernández, desarrollador de aplicaciones móviles y gestor de proyectos digitales
¿Cuántos momentos has tenido en la vida dónde hubo un antes y un después que te haya convertido en otra persona? ¿Cuáles han sido, cómo has sabido identificarlos y qué te llevó a estar en estas situaciones? ¿Eres capaz de identificarlas y dar un paso atrás para verlas más claramente y reconocerlas?
Hace unos meses me planteaba si volver a Fuerteventura (gracias a la edición de Pueblos Remotos – Edición Antigua) o ir a la nueva edición de La Palma (desarrollada en Fuencaliente). Gracias Elsa y Carlos por dejarme repetir la experiencia de Pueblos Remotos, esta vez en la Edición de Fuencaliente.
Participar en esta edición ha sido trascendental y muy emotivo. Para mí, y creo que para algún participante más, ha marcado un antes y un después en mi vida; lo noto, soy capaz de sentirlo.
De cómo un grupo de personas se alinean y forman parte del entorno.
Estábamos en Fuencaliente, un municipio remoto del suroeste de La Palma. Un entorno nuevo y desconocido para la gran mayoría de los participantes (teletrabajadores) de Pueblos Remotos; no así para los actores locales, amplios conocedores de la zona. Aún así, mientras escribía estas líneas, no paraba de pensar si los participantes sólo éramos los teletrabajadores, pero no fue así. Los participantes de Pueblos Remotos hemos sido teletrabajadores (Marta, Kang, Juan, Rayco, Ana, María Jesús, Magda, Vera, Dany, Yessica y yo, Gonzalo), los actores locales (Gustavo de Herrumbre Vivo, Jordan de Dulcería Mi Gusto, Vicky de Victoria Pecis Torres – Vino y Viñas, Juan José de Oliva La Palma y Diego de Vino y Tierra), y los creadores del proyecto (Elsa y Carlos).
Quien haya trabajado con un grupo tan grande de personas sabe lo difícil que es alinearlos con respecto a unos mismos objetivos. Pueblos Remotos, unido con la magia de la Isla Bonita (si has pasado por allí ya sabes porque la llaman la Isla Bonita; para mí nunca más será sólo La Palma), han conseguido llevar a cabo ese equilibrio entre las actividades (para conocer el entorno y los negocios de los actores locales), los retos de los emprendedores locales (uno de los objetivos de Pueblos Remotos es crear sinergias entre teletrabajadores, y actores locales, para que durante los 21 días que dura la experiencia, se lleve a cabo una colaboración entre teletrabajadores, y actores locales, para ayudar a fomentar la ruralidad conectada y que los negocios de estos emprendedores locales puedan mejorar/estabilizarse/despegar) y el entorno.
Todas y cada una de las personas que hemos vivido esta experiencia en su conjunto sabemos cómo de emocional/transcendental ha sido. Sobre todo, los últimos días, donde en la sesión de feedback el grupo se hermanó con la energía del Roque Teneguía y todas las emociones que se habían acumulado durante toda la experiencia florecieron y fluyeron. Esto se ha llevado a cabo en 21 días donde se construyen esos nuevos hábitos y esas nuevas familias. Por eso, duele escribir tanto esas notas que significan un “hasta luego” (si alguna vez participas, conocerás a lo que me refiero en estas líneas).
De cómo unas personas con negocios en Fuencaliente te abren la puerta de su casa, de su pueblo, de su alma y de su vida.
De cómo acompañamos a Gustavo, mientras recogíamos la basura de la tajea próxima que va camino a su casa y terminamos comiendo costillas con papas, piña y mojo verde, cocinado por su pareja, como si fuera un banquete.
De cómo Vicky nos condujo a su casa a la luz de la luna llena, para regar nuestra felicidad con vinos (que los maridamos con queso e higos) mientras compartíamos vivencias como si estuviéramos en una celebración familiar.
De cómo Juan José (cuál patriarca, o abuelo de la familia) nos preparó una borrallera, de papas y boniato, para acompañar el conejo cocinado por su mujer.
De cómo Jordan nos guió a preparar dulces típicos, con limones de nuestro limonero, para hacer uno de los mejores bizcochones que hemos probado durante nuestra estancia en La Palma.
Y de cómo Diego nos guiaba por SU PALMA de la mano, para llevarnos a sitios que probablemente sólo un grupo de gente (que me atrevería a decir que se puede contar con los dedos de una mano) conoce y a tradiciones familiares como comerse unas viejitas fritas recién pescadas (acompañadas de papas y col hervidas con agua de mar) todo ello, regado con vino de la zona en la caseta donde su padre y sus amigos disfrutan cada miércoles de su compañía y su tradición frente al mar.
Gracias
Sí Pueblos Remotos no es alinear cuerpo, mente y alma, ¿qué es entonces?