Artículo escrito por Elsa Rodríguez (cofundadora de Pueblos Remotos y responsable de proyectos)
¿Qué es el desarrollo?
Desde que empecé a trabajar en desarrollo y cooperación internacional con el Banco Mundial, allá por el 2010, siempre escuchaba la importancia de fomentar las alianzas público-privadas y de incluir a todos los stakeholders más importantes en cualquier proyecto, para tomar las decisiones conjuntamente. La realidad, muchas veces, no se correspondía con esa idea, ni con lo que escribíamos en los informes, o con lo que se suponía que teníamos que hacer. A veces era complicado por la idiosincrasia del lugar, o por intereses políticos, y económicos, que estaban detrás manejando los hilos.
Por aquélla época trabajaba sobre todo en países del África subsahariana y de Latinoamérica. En muchas ocasiones, durante reuniones con los gobiernos de esos países, me sentía como los colonizadores cuando llegaban a convencerles y a imponerles lo que nosotros pensamos que deben hacer. Ahí es cuando me preguntaba ¿Qué es el desarrollo? ¿Convertir a todos los países en Estados Unidos o en Europa? ¿Quiénes somos nosotros para decirles cómo tienen que hacer las cosas?
Cuando me especialicé en turismo sostenible en Australia y trabajaba en proyectos de desarrollo turístico en las islas del Pacífico, me venían a la cabeza las mismas preguntas. Sin embargo, esta vez aprendí mucho más de los locales, que ellos de mí. Me paré a escucharles, me empapé de su sabiduría, de la importancia de preservar las tradiciones y la cultura, y de proteger los recursos naturales. Aunque sus propios gobiernos, dadas sus limitaciones, muchas veces toman las decisiones erróneas, la gran mayoría contaban con la opinión de todos los que estaban sentados alrededor de la mesa.
5 pasos para co-crear experiencias con valor
Esa filosofía de construir en equipo es la que nosotros hemos querido aplicar a Pueblos Remotos, en donde absolutamente todo lo que diseñamos es co-creado junto con las Administraciones, los emprendedores y la comunidad local, a los que nosotros llamamos conjuntamente: ¨actores locales¨. Al final, la co-creación es dialogar y poner valores en común, y por ello, para cada una de las experiencias que realizamos, llevamos a cabo las siguientes acciones:
1. Escuchar a los actores locales (fase de análisis): durante la fase de análisis, e identificación, nos limitamos a hacer preguntas y a escuchar. La comunidad local y el tejido empresarial saben mejor que nadie qué es lo que necesitan y lo que quieren hacer con su territorio y sus recursos. La Administración local también conoce cuáles son los retos y la situación actual, y debe velar por los intereses y necesidades de sus vecinos. Por ello, siempre contrastamos la información que recopilamos, porque hay que conocer todas las versiones de las historias, con el fin de buscar una meta común con la que todos se vean beneficiados.
2. Diseñar la experiencia junto con los actores locales (fase de diseño): esta parte de community building es la que más disfruto, trabajando codo con codo con los emprendedores locales para co-crear sus actividades y entender sus necesidades. Entre todos, además, hacemos propuestas de actividades secundarias que se pueden ofrecer. La mayoría de las veces acabamos con una lista súper larga de opciones increíbles, de las que tenemos que elegir las que caben en el calendario de las 3 semanas que dura la experiencia. Puede que esa sea la parte que más nos cuesta, encajar todo lo que queremos hacer sin llegar a saturar la agenda, sino buscando un equilibrio y siempre con el objetivo de que los participantes conozcan ese lugar de la forma más auténtica posible.
3. Incluir a los actores locales en la ejecución de la experiencia (fase de implementación): no solo es importante incluirlos en el análisis y el diseño, sino que tienen que sentirse parte de toda la implementación. En algunos casos, son ellos los que lideran incluso parte de la experiencia, en otros acompañan. Muchas veces nos han sorprendido implicándose mucho más de lo que nosotros inicialmente les habíamos pedido y poniendo el listón muy alto con respecto a las expectativas que teníamos. Es en esos momentos cuando surge la magia y las conexiones más profundas. Se planta una semilla para que haya una unión a largo plazo que va más allá de vivir una experiencia de 3 semanas, y nos marca más de lo que nosotros pensamos.
4. Compartir los resultados y el feedback recibido (fase de cierre): cuántas veces habremos escuchado decir que ¨si no se mide no existe¨ y es que, además, no se puede mejorar. Por eso, nos tomamos muy en serio el recopilar todos los datos, medir el impacto económico y social que se genera con nuestras experiencias (ver este blog post para más información sobre esta parte) y, sobre todo, tener muy en cuenta el feedback tanto de los emprendedores locales, como de los teletrabajadores, para entender cómo podemos hacerlo cada vez mejor. Además, siempre preparamos un informe final con toda esta información, que compartimos con las instituciones, y administraciones públicas, para que sean conscientes del potencial que tienen este tipo de iniciativas.
5. Continuar en contacto generando una comunidad (fase de seguimiento): creemos y queremos que el sentimiento de pertenencia a una comunidad sea el legado más importante que podemos generar tras una de nuestras experiencias. Por eso, seguimos en contacto con todos los participantes, tenemos un grupo de WhatsApp conjunto para cada edición, y un canal de Slack donde se encuentran todas las ediciones. Realizamos actividades solo para los miembros de la comunidad de Pueblos Remotos, como por ejemplo, charlas de #skillshare mensuales que imparten los propios teletrabajadores para aprender unos de otros. También hemos lanzado el podcast ‘El Momento del Té’ donde tenemos conversaciones en directo tanto con participantes, como con actores locales, y organizamos quedadas en distintos lugares para mantener ese espíritu y esas ganas de seguir compartiendo.
Estos cinco pasos se podrían aplicar a cualquier proyecto de desarrollo, y no solamente al tipo de experiencias que nosotros organizamos. En mi caso, como han podido deducir por este artículo, he pasado de trabajar con gobiernos de países en desarrollo a nivel macroeconómico, a llevar este enfoque a pequeños entornos rurales en pueblos recónditos.
En este recorrido, me he dado cuenta de que lo que hago ahora es lo que de verdad me llena, y lo que creo que puede generar un impacto positivo visible, que no se queda en informes que nadie lee encima de una mesa, ni en promesas sin cumplir. ¿Es quizás este enfoque de co-creación el verdadero desarrollo que debemos fomentar?